abejas tapioca 2020 - 2021

INFORME DE RESIDENCIA

Cynthia Pineda

El presente documento tiene como premisa dar cuenta de la experiencia de viaje y el proceso de creación durante la Residencia Itinerante Abejas TAPIOCA 2020-2021 realizada del 25 de enero al 28 de febrero del 2021 gracias al apoyo del Programa de Ayudas a la Creación en Residencia de Iberescena 2019/2020. El proyecto planteado HOGAR: MEMORIA ESQUINA LIBERTAD* estaba orientado a la recopilación de diversos materiales tales como: objetos, artesanías, historias, testimonios y paisajes sonoros, en el territorio de las riberas del Río Inírida, en el departamento del Guainía, en la Orinoco-amazonía de Colombia. A través del recorrido de diversos resguardos indígenas, principalmente pertenecientes al pueblo Curripaco, atravesando un territorio caracterizado por la diversidad cultural y el desplazamiento generado en las últimas décadas por el conflicto armado, los sistemas de producción ilegales y otras prácticas agropecuarias foráneas. La propuesta comprendía una indagación en torno a la noción de hogar, como puntapié para reflexionar nuestras relaciones con el entorno y cuáles son las cosas que importan en el momento en que una persona o un grupo de personas tienen que desplazarse de su territorio de origen y cómo a partir de esta reflexión puede surgir un proceso de re-territorialización con el entorno. Dando lugar a los saberes propios y a la memoria ancestral que nos acompaña sin importar dónde estemos, a fin de propiciar una reapropiación simbólica del espacio nuevo.

La experiencia de creación en contexto, establece una serie de contraposiciones en tanto se plantea la visita a un territorio como punto de investigación para la creación de una obra, en este caso, una puesta en escena, más aún, cuando se trata de un territorio ajeno, los conflictos sobre representación y performance (en el amplio sentido de la palabra), se manifiestan intensamente; los procesos de creación en contexto, conllevan una dicotomía ética en la que puja el derecho de representar y ser representadx, y cómo suceden los intercambios y consensos (en el mejor de los casos) para que esto suceda; revela el privilegio implícito de quien tiene derecho a hacer y quienes están obligados a observar, en el mismo orden plantear la recopilación de materiales documentales como estrategia de composición, y las artesanías como materia prima, corre el riesgo de despolitizar aquello que se presenta a partir de una mirada escencialista de aquello que se intenta documentar (Kirshenblatt-Glimblett, 2001).

Las artesanías en sí son objetos complejos, son artefactos etnográficos que operan como fragmentos de su contexto, portan el conocimiento tradicional de una comunidad en su propia elaboración, dan muestra de un entorno a partir de los materiales que lo componen (usualmente naturales) y reflejan el ejercicio de prácticas sociales y de subsistencia económica de quienes los crean, usualmente grupos escindidos de la sociedad en general y del ámbito artístico en particular. No tengo una respuesta contundente o un salvoconducto metafórico o real ante todos estos riesgos, en todo caso, reconociendo la complejidad de la tarea, decidí entregarme a la experiencia, sin pretender u ostentar una solución de nada, me di a la tarea de comparecer ante el territorio y practicar la escucha.

INÍRIDA

Todavía tengo carayurú en el ombligo

¿Qué imaginas cuando escuchas Orinoco-amazonía?

Antes de buscar en internet, la imaginación te conduce hacia lo exótico y lo desconocido, mis premisas estaban abocadas a la recopilación de materiales en torno a la noción de hogar, si bien esa pregunta se instaló a lo largo del viaje, las personas y el paisaje fueron un crisol de realidades mucho más amplio que mi pregunta.

El municipio de Inírida tiene una extensión territorial de 17.000 km², de los cuales 1000 km² corresponden al área urbana y 15.000 km² al área rural. Se encuentra a una altitud de 100 m s.n.m., y a una distancia de 600 km de Villavicencio, la ciudad más cercana y base de operaciones de Corporación TAPIOCA. Limita por el norte con las inspecciones de Arrecifal y Sapuara, por el sur con el corregimiento de Puerto Colombia y Sejal, por el oriente con el corregimiento de Cacahual y la República Bolivariana de Venezuela y por el occidente con los corregimientos de Morichal y Barranco Minas. El municipio de Inírida se ubica en la Estrella Fluvial de Inírida, lugar donde confluyen tres grandes ríos: el río Guaviare, el río Atabapo y el río Inírida, que al fundirse dan origen al Río Orinoco, un área que hace parte del Escudo Guayanés, donde la cobertura vegetal incluye bosques heterogéneos no inundables, bosques inundables y zonas cubiertas de arenas blancas con vegetación arbustiva y herbácea, llamada por los propios pobladores como sabana. Se reconocen dos temporadas estacionales: el verano corto y caluroso que sucede de enero a marzo, una época usualmente seca, en la que el caudal de ríos baja; en el invierno la temperatura máxima promedio diaria es menos de 28°C, con lluvias a partir de abril a octubre. Durante nuestra estadía nos encontramos con algunas lluvias inesperadas, también con comentarios de preocupación en torno a la sequía y el nivel de agua cada vez mas bajo, las marcas del flujo de agua en las riberas daban cuenta de ello.

Coco Viejo

Gracias a los enlaces establecidos con el Museo Comunitario Guainía, visitamos 3 puntos del museo ubicados cada uno, en un resguardo indígena del municipio de Inírida, cada comunidad nos recibió en sus casas y fue así que compartimos las actividades cotidianas con las familias que nos hospedaron en cada punto, nuestra visita de algún modo aportaba a la idea del turismo etnográfico como una oportunidad de desarrollo económico para la comunidad, ¿Cómo no ser turistas? Pablo y yo en el rol de artistas, Andrea y Guadalupe como representantes de TAPIOCA, en el rol de mediadoras, y Monica encargada de documentar la experiencia, en definitiva éramos un grupo extraño, con equipos de registro y Pimpa la acompañante canina de nuestro viaje, en algunos casos, por ejemplo, nos contaron que éramos los primeros turistas que recibían. Nuestra profesión u oficio pasó a segundo plano, simplemente esperaban a un par de extranjeros que estarían viviendo con ellxs durante un tiempo, para hacer algo relacionado al arte.

El itinerario tuvo algunos cambios, aunque minúsculos, cada situación nos exigía estar abiertos a la posibilidad de cambio, la ruta que hicimos fue la siguiente:

  • 25 Enero – Llegada a Bogotá – viaje por tierra a Villavicencio
  • 31 Enero – Viaje en avión a Puerto Inírida
    • Llegada al primer punto: Coco Viejo
    • Viaje por el río Inírida a El Remanso
    • Viaje por el río Atabapo a Playa Blanca.
  • 11 Febrero – Viaje por tierra al segundo punto: Tierra Alta
  • 15 Febrero – Caminata hacia el tercer punto: Guamal
  • 19 Febrero – Socialización en Puerto Inírida
  • 20 Febrero – Viaje en avión a Villavicencio
  • 25 Febrero – Socialización en Villavicencio
  • 28 Febrero – Regreso a Buenos Aires
Primer recorrido por los petroglifos en Coco Viejo.

Busqué a través de diferentes acciones, dar lugar a que el cotidiano se manifestará, me dedique a grabar el audio de paisajes, amaneceres, caminatas, y el movimiento del agua del río, si bien teníamos una agenda ajustada y varias actividades programadas, había tiempo suficiente para charlar con la gente, así que el tiempo que pude me senté a conversar y a tomar tinto: café con canela endulzado con panela o piloncillo como diríamos en México. Me senté con las mujeres a tejer artesanías, tuve muchas maestras, también me sumé a ellas cuando estaban trabajando el barro, e hice fila con niños y varones para la peluqueada mensual, a partir de esa convivencia es que el territorio empezó a tomar forma, una forma igual imaginaria y subjetiva, pero más clara.

Jare waicao: Buenos Días

En cada conversación se tejía no sólo una línea más del mapa y el tiempo sino también un vínculo más cercano. Desde que salí por primera vez de mi ciudad natal, descubrí que cuando unx está en movimiento, nuestra capacidad (y necesidad) de crear vínculos con el entorno crece; por un lado, quizá la conciencia de que nos íbamos pronto propició espacios de confianza, esa sensación de ‘poco tiempo’, nos hizo entregarnos prontamente, entre café y risas, pase las tardes compartiendo historias, deseos, recuerdos y saberes.   

En Guamal, el último punto visitado, iniciaban un proyecto eco-turístico para concientizar sobre la importancia de la conservación del entorno acompañado de un proceso de reforestación de especies vegetales utilizadas como materia prima en la elaboración de artesanías; si bien el turismo comunitario, etnográfico y ecológico, desencadenan una serie de problemáticas interesantes para analizar de forma crítica, incluso la performance como campo metodológico, podría ser útil para desarrollar el complejo andamiaje de estos procesos o performances culturales, no era éste el objeto de la experiencia ni por tanto el enfoque de este texto.

Las actividades principales de subsistencia de lxs curripacos, son la agricultura de corte y quema, la pesca, la caza, así como actividades relacionadas al turismo y las artesanías. Se organizan comunitariamente alrededor de la figura del capitán quien se elige mediante asamblea comunitaria anualmente, del mismo modo, otros miembros de la comunidad que conservan los saberes ancestrales y tradicionales son considerados y respetados como sabedores hasta su muerte. La primera tensión percibida desde mi subjetividad fue descubrir la figura del Pastor evangélico como el guía espiritual de la comunidad, la mayor parte de las personas con las que convivimos eran evangélicos cristianos; si bien el sincretismo religioso entre la iglesia católica y la cultura indígena no es novedad, ni en México ni en el resto de Latinoamérica, fue igualmente sorpresivo estar de cara a la realidad en dónde el único libro que se conserva en lengua en esas comunidades es la biblia, traducida al curripaco y al cubeo por un personaje evangelizador, cuasi mitológico llamada Sofía Müller, a quién en la mayoría de las comunidades que visitamos la describen como un ángel, quién había traído a las comunidades amazónicas desarrollo y bienestar además de colonización religiosa. A partir de estas primeras narraciones en torno a la Señorita Sofía, como la nombran, descubrí que en adelante toda la experiencia estaría habitada por tensiones más complejas, en donde resultaría muy difícil sostener una postura fija desde cualquier punto de vista preconcebido y que lo único necesario sostener era la escucha abierta a las historias que las personas tuvieran ganas de contarme.

Los conflictos, las tensiones geopolíticas y problemáticas cotidianas se fueron develando a través del tiempo y la convivencia. No en espacios de entrevista más bien en las conversaciones frente al río, en medio de alguna caminata, o a la mañana al desayuno. Cada punto del viaje tenía una dinámica particular, Tierra Alta fue el segundo punto y de cierto modo, un momento de pausa en la experiencia, nos hospedamos en lo de Tárzan (Sí, Tarzán, pero con tilde en la primera a) quién se nombró así mismo como Colono, se dedicaba a la carpintería y a atender un restaurante sobre pedido y un almacén, todo desde su casa. Nuestra convivencia fue con su familia, y con los clientes del almacén que pasaban a comprar cosas, algunxs se interesaban en saber quiénes éramos y qué hacíamos ahí, en este punto nos quedamos un poco a la espera de que algo sucediera, algo similar a lo que había sucedido en Coco Viejo, como la presentación con la comunidad que de alguna forma suponía el primer vínculo, o acercamiento, no fue sino hasta el último día fuera porque nos pusimos chundú antes de salir o porque nos íbamos pronto, que se acercaron a nosotrxs diversos referentes de ese resguardo, para presentarse rápidamente y explicarnos un poco sobre sus últimas ocupaciones y las razones por las cuáles no habían podido recibirnos oportunamente. Ese día también conocimos a Rosa y Cristina, dos hermanas líderes de una organización cada una, dedicadas a la protección de la tierra, el resguardo de la cultura indígena y la sabiduría ancestral, con ellas hicimos una caminata hacia un sitio sagrado, un desovadero de peces ubicado en medio de uno de los humedales que protegen, en esa caminata intercambiamos experiencias en torno a la autogestión, las organizaciones, el trabajo territorial, y el hecho de ser mujer y enfrentarse a un mundo de hombres.

En Coco Viejo el lugar donde más tiempo pasamos, convivimos con familias que hacía muy poco habían perdido un ser querido y además uno de los líderes comunitarios de mayor rango en esa comunidad, el duelo estaba presente, y nuestra presencia de algún modo, modificó la atmósfera de luto, hablamos de eso con cuando nos despedimos. Desde Coco emprendimos 2 viajes, el primero fue hacia El remanso, una zona de ecoturismo propiciada por el imponente paisaje que ofrecen los cerros Pajarito, Mono y Mavecure, fuimos en voladora motor 15, con Melvino, Juan, su hijo, Severiano, el motorista y un Sabedor que pasamos a buscar a Huesito, con quien Melvino tenía asuntos que hablar. Acampamos en la playa en medio de los cerros, esa noche contamos historias, sueños y echamos chisme. Subimos el cerro Mavicure a las 4 am. en ayunas, en silencio pedimos permiso para entrar.

A partir de la visita a resguardos mas lejanos pudimos observar que en las comunidades más cercanas al pueblo existe una mayor relación con las lógicas y tecnologías blancas, como el uso de telefonía celular o televisores en casas, si bien hay interés de las mismas personas en la conservación de sus tradiciones, también persiste la necesidad de entablar un diálogo con las lógicas capitalistas, como una estrategia de subsistencia y comunicación con este otro entorno urbano. Algunas consecuencias a mayor cercanía al pueblo son, por ejemplo, la pérdida del uso de su idioma como lenguaje principal. En Playa Blanca, ubicada a 500 m aproximadamente de la confluencia del río Atabapo y el Orinoco, y a 5 horas de Coco Viejo en voladora motor 15, si bien existen otras problemáticas vinculadas al desabastecimiento de productos de primera necesidad como jabón y sal, entre otras cosas, permanece el idioma curripaco como lengua principal, esta característica se observa principalmente en los niños, quienes en Coco Viejo y Guamal les daba vergüenza hablar en curripaco, mientras que en Playa Blanca les daba vergüenza hablar el español.

El hecho de ser titiritera me permitió tener un vínculo particular con los niños y niñas en general, tuve la oportunidad de organizar 2 talleres con ellos. Uno en Coco Viejo y otro en Guamal, en ambos utilizamos materiales sencillos como telas y papel. A través de diversos ejercicios de teatro y títeres, cada unx hizo su propio títere y creamos una dramaturgia colaborativa, en la que naturalmente el entorno se hizo ver, la preservación de la naturaleza y la basura y la contaminación como los monstruos a vencer.

Asimismo el contexto sanitario actual y la cancelación de las clases presenciales, también tuvo consecuencias en esos territorios, por lo que otra de las labores cotidianas que pude compartir con ellxs, fue en el acompañamiento para responder los libros de tareas que semanalmente les llegaban, pilas fotocopias de diversas materias educativas con ejercicios y tareas a completar. Esto e ir a nadar a los pozos de agua cercanos fueron hermosas actividades en donde sus atenciones y cuidados se hicieron ver, ya que desde pequeños están habituados a las actividades de subsistencia cotidianas, como la pesca o la recolección de frutos y pepas, me nombraron los nombres de árboles y arbustos y me compartían aquellos que eran comestibles.

20 de Enero de 2021
¿Qué objetos llevo a la selva?

El proceso de creación artística dentro de la residencia fue un proceso complicado, por todas las tensiones que he mencionado arriba, y por la celeridad y falta de tiempo para procesar información, materiales, y tiempo específico para ensayar o producir con ellos. Una de mis acciones de acercamiento con algunas personas era mostrarles las pequeñas cajas en las que guardaba objetos y artesanías mexicanas principalmente, a partir de esta exposición de objetos sobre la mesa, relataba la idea inicial de construir una obra con todos estos personajes, esta serie de presentaciones con los objetos era una oportunidad para compartir mi interés sobre el mundo objetual, del mismo modo, aprovechaba estas instancias para compartir también aspectos relevantes de mi biografía tales como, mi condición de migrante y mi incapacidad de normalizar la violencia que sucede en México, quienes me escucharon se mostraron receptivos, en general fueron momentos que propiciaron el juego; una de las premisas en la creación con objetos es que cuando estos son sacados de la realidad poseen su propia historia, y son animados de antemano por ella. (Larios, 2018) Yo estaba mostrando artesanías a otrxs artesanxs, me preguntaban de dónde eran y si era yo quién las había hecho, si bien algunos de esos objetos son construidos por mi, la mayoría han sido elaborados por artesanxs mexicanos, sin embargo, una característica que descubrí durante estas exposiciones, es que más allá de ser artesanías, la mayoría de los objetos que llevé han sido obsequios de personas que estimo.

Los objetos también me animan, Rosita Quita Penas, fue mi acompañante estrella en este viaje, las Quita Penas son artesanías mexicanas que valga la redundancia su labor es quitar las penas, durante la noche una le cuenta aquello que nos entristece y las pone debajo de la almohada, las Quita Penas intentarán resolver o aliviar tus pesares, o encontrarán un camino más claro para resolverlo. Rosita fue un regalo de una amiga, y gracias a ella mis penas se aliviaron en otro momento. 

¿Cuál podría ser el drama de Rosita? ¿Por qué dejaría México para ir a Inírida? 

Esas fueron algunas de las preguntas que me hacía antes de ir a dormir. Cada vez que fue momento de irse, recibí nuevos objetos personajes, me regalaron jarrones, aves, toninas, fibras atadas que podían ser un encanto del bosque, cajitas, semillas, e incluso una casita curripaca tradicional hecha de palos y palmas, para que viajaran conmigo, decían y fueran parte de la obra. Las entrevistas que realicé en torno a la noción de hogar, tenían la pretensión inicial de ser puntapié para reflexionar nuestras relaciones con el entorno, cuáles son las cosas que importan en el momento en que una persona o un grupo de personas tienen que desplazarse de su territorio de origen y cómo a partir de esta reflexión puede surgir un reencuentro con esa sensación (de calma o bienestar) en el nuevo territorio; digo pretensión porque honestamente las personas con las que compartí tenían muy claro cuál era su hogar: la tierra, su familia, la naturaleza, sus casas y la manera tradicional de construirlas, la comida y todas las actividades ancestrales necesarias para su elaboración.

Las respuestas se repetían constantemente, si bien ancestralmente los curripacos habían sido desplazados hasta ese territorio y otros territorios contiguos, más allás de las fronteras internacionales, como Brasil y Venezuela, específicamente en Inírida, la organización en resguardos actual, los hacía muy conscientes de que la tierra que habitaban era sinónimo de autonomía, de tal modo, la mayoría de las personas que entrevisté, tenía un fuerte arraigo con el territorio, y la experiencia del desplazamiento de sus antepasados había quedado fuera de foco. Si bien continúe realizando entrevistas como ejercicio documental, las problemáticas eran otras y más actuales, no el desplazamiento de sus antepasados, sino las actividades extractivistas y las lógicas consumistas y colonialistas de destrucción masiva del entorno natural y simbólico ancestral. A primera vista la minería y deforestación por ganadería, la colonización cultural y religiosa, y en un estado más velado pero no por ello menos efervescente o actual, la presencia del ejército y el conflicto armado que atraviesa histórica y dolorosamente este país. Estas problemáticas como mencione al principio, se presentan como tensiones en el territorio con un amplio espectro de grises. Si bien desde mi oficio artístico no niego las posibilidades de éste como herramienta e incluso como agente esperanzador en contexto, la realidad es mucho más apabullante, y son necesarias múltiples estrategias y herramientas de todas las disciplinas como para dar frente a las problemáticas cotidianas de estos territorios, que no son sino síntomas del proceso de globalización y el capitalismo mundial integrado de estos tiempos.

Parte de la programación de la residencia incluía la socialización de la experiencia, como una oportunidad para compartir algo en torno los procesos de creación con las comunidades, en mi caso, participé con un juego de improvisación con objetos, artesanías y materiales para su elaboración, remitiendo a la manera en que presente los objetos en cada comunidad, invité a lxs asistentes, a jugar también con esos objetos, de lo que resultó ser un primer acercamiento a la obra, a partir de un boceto dramatúrgico en el que se relata cómo Rosita a pesar de ser muy buena en su labor, no podía quitarse la propia pena, la violencia de su país hizo que dejara de sentir hogar en su casa, razón por la cual decidió emprender un viaje, en el que conoció muchas cosas y muchas personas que conformen la conocían le pedían por favor que les quitara sus penas. Los pesares de las aves, los peces y los árboles, no eran sino la destrucción de sus hogares.

Por otro lado, sume también una instalación participativa con los jarrones artesanales que recibí como obsequio en Coco Viejo, obsequiado por 2 mujeres, madre e hija cada uno, Nancy y Karen, Cristina y Loren, y Lili y Luna. Una de las intuiciones previas a la experiencia estaba relacionada al trabajo con objetos contenedores, como jarrones y canastos, en su función metafórica. En la socialización mostré los 3 jarrones, 2 de ellos contenían audios de paisajes y entrevistas, el volumen bajo exigía a lxs asistentes acercarse a escuchar a cada uno, el tercero era un recipiente de palabras y dibujos de lo que para cada quien significaba hogar.

La primera socialización tuvo lugar en la Biblioteca Departamental de Inírida, en la sede del Museo Comunitario de Guainía, en donde asistieron principalmente las familias con quienes compartimos durante la residencia. La segunda socialización se realizó en la Eco-Finca Los Girasoles en la ciudad de Villavicencio, Meta, en esta ocasión el público asistente fue principalmente artistas locales y mujeres indígenas migrantes, a quienes conocimos los primeros días de residencia. En ambos ejercicios el proceso creativo supone un desplazamiento de los objetos. Sacados de su contexto original, Inírida, tienda de artesanías, para ser llevados al escenario o la galería y también de alguna forma a mi colección de tesoros, al ser obsequios suceden dos cosas, por un lado el borramiento de la transacción económica, lo cual se puede problematizar de muchas formas, sin embargo lo que gustaría rescatar es que al ser entregados especialmente para viajar conmigo y ser parte de una obra, se genera un acuerdo, los objetos que ahora tengo han sido encomendados abiertamente y en representación de sus creadores, para que me acompañen en adelante. Para esto gesto no tengo más que agradecimiento.

Matzia: Gracias, bueno, bonito.

Fuentes Consultadas

 

– Kirshenblatt-Gimblett, Barbara. Objetos de Etnografía. (2001). En Estudios Avanzados de Performance
(1st ed., pp. 243–303). Fondo de Cultura Económica.

– Izquierdo Yapinave, Melvino. (2016). Diaque “Únicas” Ruta Turística Coco Viejo (vol. 1, pp. 6–11)

– Larios, Shaday. Los objetos vivos escenarios de la materia indócil (1st ed., p. 247). (2018). Paso de Gato.

* Hogar Memoria esquina Libertad, fue uno de los dos proyectos seleccionados para participar de la residencia Abejas Tapioca. Durante este periodo, gracias a la vinculación con el Museo Comunitario de Guainía, se recopiló material que sirvió de base para la posterior escritura o formulación práctica de este proceso creativo. El trabajo de composición y montaje se realizo durante el 2021 en la ciudad de Buenos Aires, en compañía de un colectivo multidisciplinario, este proyecto se estrenó el 12 de noviembre de 2021 en Celaya, Guanajuato, mi lugar de nacimiento, gracias al apoyo del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico Guanajuato 2020.    

Abejas Tapioca es un proyecto mediante el cual la Corporación Tapioca quiere promover espacios de creación en residencia itinerante por la región Orinocoamazonía, con la participación de artistas invitados; en los que se aborde el problema del despojo y la desterritorialización para divulgar simbólica y poéticamente las distintas situaciones sociales que constituyen el paisaje de ésta región. Esta edición fue posible gracias al Fondo de Ayudas para las Artes Escénicas Iberoamericanas, con el programa de Ayuda a la Creación en Residencia de IBERESCENA. 

Para más información sobre Corporación Tapioca o el Museo Comunitario del Guainía visita sus páginas dando click en sus logos aquí abajo.  

Si te interesa saber más acerca de este proyecto, el proceso de montaje y su itinerario de funciones recuerda seguir mis redes 😉